Online Slot Machine Philippines Gcash ¿Día de la raza, del respeto por la diversidad cultural o de despojo sistemático? – Eduardo Fernández

¿Día de la raza, del respeto por la diversidad cultural o de despojo sistemático?

Por Norita Maidana | Profesora de Historia

Tratando de analizar rápidamente algunas maneras que tenemos de nombrar lo sucedido el 12 de octubre de 1492, la primera que se me aparece es la de “día de la raza”. Así nos lo enseñaron durante muchísimos años en la escuela, y en algunas aún se sigue enseñando así. Quiero aclarar que antropológicamente, el concepto de razas se refería a grupos fenotípicos, con los cuales se subdividían a los seres humanos de acuerdo al color de piel, forma de cráneo, color de ojos, etc.
A partir de mediados del siglo XX, estos sistemas de clasificación cayeron en desuso, gracias a la antropología biológica, que nos “iluminó” explicándonos que no hay diferencias biológicas entre las personas, aunque tengamos formas de cráneos diferentes, labios más o menos gruesos, piel más o menos oscura. Todos pertenecemos a la raza humana.
Dejando de lado este concepto, que nos separa y divide, paso al de “respeto por la diversidad cultural”, que sería buenísimo si en verdad lo respetáramos. A partir del mal llamado «descubrimiento», se inicia para el Abya Yala, denominado por los europeos Continente Americano, una historia de despojo y avasallamiento que aún no termina, con la complicidad y el silencio de quienes dicen representarnos.
No quiero centrar mi análisis en lo ocurrido hace 529 años, cuando saquearon nuestras tierras, nuestras riquezas, nuestras lenguas y hasta nuestras creencias, sino en el hecho de que este saqueo continúa hoy.
Basta mirar lo que sucede con las comunidades del sur argentino, perseguidas, violentadas y expulsadas de sus territorios ancestrales para favorecer a grandes terratenientes y mineras. O en el norte de nuestra provincia, asolada por incendios que nuestros gobernantes parecen no tener apuro por apagar, para favorecer el avance de la frontera agropecuaria y los negocios inmobiliarios. También el acoso y la violencia permanente que sufre la comunidad comechingona de Pluma Blanca, en Candonga, para expulsarlos de su territorio en beneficio de los mismos de siempre. O la destrucción de espacios sagrados de la comunidad de San Marcos Sierras.
Podría también mencionar los incendios en el Valle de Paravachasca, que apenas enfriadas las cenizas ya lucía el cartel de loteo y venta, despojando una vez más a los campesinos, verdaderos dueños de la tierra, descendientes de aquellos primeros despojados de 1492.
Muchos ejemplos me vienen al recuerdo, pero la lista parece volverse inagotable. Por eso hoy, como todos los días, elijo seguir exigiendo respeto por la diversidad cultural, desde mi lugar y todos los espacios que habito.

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