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Reformas estructurales

Foto: Analia Garelli/aa

Por Dra. Valeria Plaza | Coordinadora del Programa de Seguridad y DDHH de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC

Quisiera reafirmar algunas cuestiones que venimos sosteniendo acerca de la discusión sobre el rol de las policías en las sociedades democráticas actuales, que tiene que ser repensado y no con mínimos cambios, sino con reformas estructurales pensadas a mediano y largo plazo.
Los cambios no sólo deben atender a hechos puntuales como, por ejemplo, en el caso de Valentino Blas Correa la importancia de que haya un juicio que sea transparente, rápido y que se establezcan las responsabilidades individuales, sino también pensar en la importancia de modificar prácticas más profundas que van desde el hostigamiento policial a jóvenes varones sobretodo de determinados barrios, algo que se viene sosteniendo y tolerando desde hace muchos años, cuya punta de ese iceberg es la violencia letal.
Creo que el contexto de pandemia profundiza esta situación por distintas razones que tienen que ver con mayores potestades de la policía para actuar en el territorio. Por otra parte también reflejan la legitimidad que tienen estas prácticas en grandes sectores sociales.
Por estos días, el foco de la protesta policial estuvo en Buenos Aires y con expresiones menores en otras provincias, pero el análisis también puede hacerse del mismo modo.
Por un lado, adhiero a todos los cuestionamientos acerca de la forma en la que se llevó a cabo esa protesta policial. El oportunismo político que realizaron desde sectores de la oposición y algunos medios, el hecho de ser fuerzas de seguridad armadas y la forma en la que se llevó a cabo la manifestación, intentaron poner en juego el orden institucional democrático en la escena pública.
Una vez que esto se resolvió en el plano de lo político, tanto con el mensaje de Alberto Fernández, como con las medidas anunciadas por el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, creo que es una buena instancia para darnos cuenta que hablamos de lo mismo.
En algún punto esta situación evidencia las precarias condiciones laborales en que se desempeña la policía y cuando hablamos de esto no solo hablamos de desigualdad salarial de los miembros de la fuerza, hablamos de las tareas que realizan, oficios de una exposición del cuerpo y de la mente intensos y de jornadas laborales muy extensas, lógicas de obediencia, la forma en que se forman esos miembros de la fuerza de seguridad.
Debemos permitirnos incomodarnos y pensar no sólo desde la lógica del repudio, sino también en que si asumimos y les exigimos que sean trabajadores del Estado y que lo cumplan, también es lógico pensar que como sociedad tenemos que garantizarles un modo de canalizar las demandas laborales.
En ese sentido, creo que es urgente el debate sobre la sindicalización, lo que no quiere decir que tengan derecho ilimitado a huelga, sino que sea todo un proceso que contenga distintas formas para que se desarrolle esa protesta sin poner en riesgo el orden institucional democrático.
Este debate nos permitirá además pensar de qué manera se puede mejorar el control político que quedó en evidencia como un déficit en estas últimas situaciones vividas en nuestro país.

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